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El triple desafío que enfrenta la economía mundial PDF Imprimir Correo
Sábado, 28 de Septiembre de 2013 22:32

Discurso ante el Foro de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible

 

Por Christine Lagarde

Directora Gerente, Fondo Monetario Internacional

Naciones Unidas, Nueva York, 24 de septiembre de 2013

 

Texto preparado para la intervención

Sr. Presidente, Secretario General, Altezas, Excelencias:

Estamos aquí reunidos por un solo motivo: acordar las medidas que hemos de adoptar como comunidad global para promover el desarrollo sostenible mundial.

Necesitamos políticas acordes con una economía mundial del siglo XXI, y eso significa pensar con un enfoque más creativo, más mancomunado y más colaborativo que en el pasado.

¿Por qué? Porque nuestro planeta se enfrenta a un desafío triple: la inestabilidad económica, el daño al medio ambiente y falta de equidad. Estos desafíos se alimentan y amplifican entre sí, de ahí que no puedan considerarse en forma aislada.

Por lo tanto, tenemos que abordarlos mancomunadamente. ¿Cómo? Hay tres prioridades: i) establecer fundamentos económicos firmes; ii) fijar precios justos para la economía verde; y iii) lograr la equidad.

 

Mi primer argumento: Establecer fundamentos económicos firmes

Sabemos que sin cimientos firmes la carrera está perdida desde la largada. El punto de partida del desarrollo sostenible es la estabilidad macroeconómica.

Hace exactamente cinco años, el colapso de Lehman Brothers colocó a la economía mundial en una espiral descendente, sin precedentes en el último medio siglo. De manera lenta pero segura estamos avanzando por la senda de la recuperación, pero aún no hemos llegado al destino final.

Para concluir el recorrido es necesario adoptar medidas en todos los frentes: usar políticas monetarias y fiscales para encaminar la recuperación, reformar el sector financiero y derribar obstáculos para fomentar aún más el crecimiento y la creación de empleo, sobre todo para los jóvenes.

En colaboración con todos sus socios, el FMI está comprometido con esta tarea. Además, en forma mancomunada con nuestros 188 países miembros, estamos trabajando para llevarla a cabo.

Mi segundo argumento: Fijar precios justos para la economía verde

No cabe duda de que tenemos que volver a impulsar el crecimiento, pero por una senda aún mejor que la del pasado. Sabemos que un crecimiento económico mal incentivado puede ser dañino para el medio ambiente, y que la degradación ambiental puede ser perjudicial para la economía.

No nos engañemos: los países más pobres son los que se verán afectados primero y con más fuerza. Según nuestros colegas del Banco Mundial, un 40% de la tierra que ahora se destina a la siembra de maíz en África subsahariana dejará de ser apta para ese cultivo en la década de 2030, con drásticas consecuencias para la economía, la seguridad alimentaria y la vida de la gente.

De modo que tenemos que cerciorarnos de que el daño que ocasionemos esté reflejado en los precios que pagamos.

El FMI no es una organización ambientalista, pero este es un campo en el que podemos ayudar. ¿Cómo? Un ejemplo es tratando de desenmarañar la complicada madeja de subsidios a la energía. Su magnitud es enorme y ayudan a los que menos lo necesitan. Estos subsidios, incluidos los de carácter impositivo, consumieron casi US$2 billones en 2011, equivalente a un gigantesco 2½% del PIB mundial, que podían haberse destinado a fines más apropiados.

Tomar medidas en este ámbito solamente —el de los subsidios a la energía— ya sería bueno para el presupuesto, para la economía y para el planeta.

 

Mi tercer y último argumento: Lograr un crecimiento más equitativo.

Durante demasiado tiempo los economistas centraron su interés solo en el crecimiento pero no en su distribución. Ahora somos mucho más conscientes —gracias en parte a estudios del FMI— de que una distribución más equilibrada del ingreso facilita un crecimiento más sostenido y una mayor estabilidad económica.

La clave está en una mayor inclusión en la vida económica, de tal manera que todos puedan disfrutar de la prosperidad y desarrollar su potencial. Como cuestión urgente, tenemos que redoblar los esfuerzos para eliminar de nuestro entorno la lacra de la pobreza extrema. Apoyo plenamente el objetivo de poner fin a la pobreza extrema en todo el mundo para 2030.

También como cuestión urgente, tenemos que abogar por una mayor equidad de género, en las aulas, en la fuerza laboral y en las esferas ejecutivas. Con demasiada frecuencia el desarrollo de la mujer se ha visto obstaculizado por barreras y actitudes anticuadas, y como resultado la sociedad en general se ha visto degradada. Al no tener en cuenta la contribución de la mujer reducimos el ingreso per cápita —hasta en un 27% en algunas regiones— y empeoramos la calidad de vida.

 

Ha llegado la hora de realizar cambios.

***

Fuente: FMI