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Ahorrar para desarrollarse : cómo América Latina y el Caribe puede ahorrar más y mejor PDF Imprimir Correo
Sábado, 10 de Septiembre de 2016 14:08

En las discusiones sobre desarrollo se suele escuchar que América Latina y el Caribe ahorra poco. Y los datos están ahí para demostrarlo: la región ahorra entre 10 y 15 puntos porcentuales del producto interno bruto (PIB) menos que los países más dinámicos de Asia emergente. En el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sabemos que entender por qué ocurre esto, y —sobre todo— cómo y en qué ahorra América Latina es crucial para su crecimiento económico y el bienestar de su población.


Por eso hemos decidido dedicar la edición 2016 de nuestra publicación institucional Desarrollo en las Américas (DIA) a estudiar el tema y a proponer soluciones para este problema crucial.


Creemos que el libro llega en un momento muy adecuado. Los motores que han venido empujando el crecimiento económico de América Latina y el Caribe en el período posterior a la crisis financiera internacional se han ido debilitando gradualmente. La región ya no cuenta con la ayuda de una coyuntura externa favorable, y por ende es tiempo de buscar nuevas fuentes domésticas que den impuso a nuestras economías.


La respuesta habitual a la insuficiencia relativa de ahorro en la región es que su impacto sobre el crecimiento también es bajo, ya que, a la postre, los países siempre pueden recurrir al ahorro externo como fuente de financiamiento de sus necesidades de inversión. Creemos que esta visión ignora algo fundamental: que es muy difícil atraer capitales en condiciones favorables del exterior si los propios latinoamericanos no ahorramos e invertimos en nuestros países. Y, en la actual coyuntura, cuando los tipos de interés en el mundo avanzado están al alza y los capitales ya no abundan, la prescripción de recurrir al ahorro externo como paliativo de nuestro bajo ahorro probablemente sea más incierta y arriesgada que en el pasado inmediato.


El ahorro en América Latina y el Caribe es bajo no solamente en comparación con otras regiones, sino sobre todo en relación con sus propias necesidades de desarrollo y mejora de la equidad. El bajo nivel de ahorro además refuerza el muy bajo nivel de crecimiento de su productividad, ya que los escasos recursos que se generan a través del ahorro en su mayoría no se invierten en los proyectos que permitirían elevar las tasas de crecimiento de largo plazo. La consecuencia es que esta asignación improductiva del ahorro dificulta la convergencia de la región a los niveles de renta y bienestar de los países más prósperos.


Por todo ello, en el BID tenemos muy presente que uno de los grandes desafíos de América Latina y el Caribe es aumentar las tasas de ahorro de manera sostenible y mejorar la forma en que ese ahorro se asigna a las actividades más productivas, contribuyendo así a elevar nuestro nivel agregado de productividad. Todos estos desafíos están íntimamente ligados. No será posible invertir más si no generamos los recursos para financiar dicha inversión, pero tampoco se podrán sostener tasas de ahorro más elevadas si no generamos las oportunidades productivas para invertir.


Uno de los principales aportes de este libro es el de enfocar la discusión en un marco que permite identificar la fuente de los problemas en distintos sectores: hogares, firmas y gobiernos, y proponer soluciones concretas para cada uno de ellos.


Ahorrar más y mejor no debe estar necesariamente asociado a la recomendación tradicional de realizar un ajuste fiscal, o al también tradicional recurso de conceder incentivos tributarios para el fomento de cierto tipo de ahorros. Tampoco a políticas públicas paternalistas. Lo que realmente significa ahorrar más y mejor es repensar algunas políticas públicas, para mejorar la sostenibilidad y equidad en el área de la seguridad social, aumentar la eficiencia del gasto público, y darle más protagonismo relativo a la inversión que al gasto corriente en laestructura del gasto público. También significa eliminar distorsiones que afectan el buen funcionamiento del sistema financiero, del mercado laboral, fiscal o regulatorio.


No se puede hablar de ahorro en América Latina y el Caribe sin referirse a las jubilaciones. Las contribuciones previsionales constituyen el principal mecanismo de ahorro de las personas para su retiro. Mucho ha debatido la región sobre si los sistemas jubilatorios deben ser de capitalización o de reparto. Sin embargo, ese no es necesariamente el debate más relevante. Numerosos sistemas previsionales de la región, basados tanto en la capitalización como en el reparto, se enfrentan a desafíos estructurales que requieren corrección inmediata. Es un espejismo confiar en que el ahorro se puede generar solamente a través de los sistemas de capitalización. Por otro lado, las transiciones hacia los sistemas de capitalización pueden acarrear grandes costos fiscales que reducen el ahorro nacional, por lo que deben ser diseñadas con sumo cuidado.


En el otro extremo, los sistemas de reparto pueden y deben aumentar su ahorro mientras son superavitarios, para asegurar su sostenibilidad de largo plazo y garantizar que esos ahorros obtengan rentabilidades adecuadas, lo que a su vez exige que su gestión sea estrictamente profesional y sin interferencias políticas.


El debate que necesitamos enfrentar no es sobre si los sistemas de pensiones deben ser de capitalización o de reparto, sino sobre el hecho de que en la actualidad menos de la mitad de la población de América Latina aporta a algún sistema previsional. Esto revela los serios problemas que aquejan al funcionamiento de los mercados laborales de la región, como la muy elevada informalidad. Resulta urgente re-enfocar el debate hacia las reformas que pueden ayudar a todos los sistemas previsionales a mejorar la cobertura, y a aumentar el ahorro, porque la población está envejeciendo rápidamente, y si no se actúa ahora, no se dispondrá de los recursos para atender las necesidades crecientes.


Otro gran tema que tratamos en el libro es que en América Latina y el Caribe no solo se ahorra poco, sino que además ese bajo ahorro no se canaliza eficazmente hacia la economía. En parte, porque no existen instrumentos adecuados para el ahorro a largo plazo, dada la falta de desarrollo de nuestros mercados financieros. Un ejemplo que ilustra este problema es la carencia de instrumentos de inversión que permitan canalizar el ahorro público y privado hacia la infraestructura. En América Latina y el Caribe hay una brecha significativa de inversión en infraestructura: transporte, redes de telecomunicaciones, generación y distribución de energía, agua potable, etc. Esta brecha resulta un impedimento significativo para el crecimiento de largo plazo, porque si la inversión está bien planificada y ejecutada, los retornos a la inversión en infraestructura son muy altos y permiten potenciar la inversión privada en la economía. Sin embargo, hoy resulta muy difícil canalizar ahorro nacional hacia la infraestructura porque no existen los instrumentos para hacerlo. Para fomentar su desarrollo, es necesario adecuar el marco regulatorio de la inversión en infraestructura, generando los mecanismos y los vehículos que permitan eliminar los cuellos de botella que hoy existen en la región.


A pesar de los avances de las últimas décadas, los sistemas financiero sde América Latina y el Caribe son todavía pequeños, caros e ineficientes. No sorprende por ende que muchas familias no los utilicen como el vehículo predilecto para ahorrar, ni tampoco que las empresas de la región enfrenten grandes dificultades a la hora de conseguir financiamiento a  precios y plazos razonables. El bajo ahorro es la contracara del crédito escaso, y la mala asignación de ese crédito es, a su vez, producto de las ineficiencias con las que operan los sistemas financieros. Para expandir la base de usuarios de dichos sistemas, y sobre todo para fomentar el ahorro a través de los sistemas financieros formales, hace falta crear una cultura del ahorro financiero. Esta debe apoyarse en intervenciones que, por un lado, ayuden a disminuir los costos de operar con el sistema financiero, y a aumentar los retornos para los ahorristas; y que, por otro, contribuyan a mitigar los problemas que alejan a las familias y las empresas de los bancos. Uno de estos problemas es la falta de confianza. Nadie puede culpar a quienes han sido perjudicados en el pasado por recurrentes crisis financieras que han evaporado sus ahorros financieros. Sin embargo, hoy en día los sistemas financieros son mucho más sólidos, en parte porque se han aprendido las lecciones de antiguas crisis. Actualmente, la desconfianza está más relacionada con la falta de conocimiento sobre cómo operan los bancos, y cuáles son las ventajas y oportunidades de operar a través del sistema financiero formal, además de los riesgos. Impartir educación financiera, sobre todo a temprana a edad, cuando todavía se están desarrollando las capacidades cognitivas, representa una buena oportunidad para impulsar una cultura del ahorro financiero.


En el frente fiscal, la buena noticia es que la región tiene enormes oportunidades para mejorar la provisión de servicios públicos con menos recursos. Se pueden generar importantes ahorros sin necesidad de recurrir a las tradicionales recetas de ajuste fiscal que se traducen en el aumento de los impuestos y la reducción de gastos. Lo que hace falta ahora es re-direccionar el gasto público, imprimiendo más énfasis a la inversión, que en el pasado ha sido relegada. A su vez, existe margen para incrementar el ahorro público eliminando filtraciones en el gasto relacionado con subsidios, gastos tributarios y programas de asistencia social. Estas iniciativas pueden complementarse mejorando la eficiencia del gasto en sectores como salud y educación. Este libro presenta nuevos datos que permitirán que los responsables de las políticas puedan identificar las fuentes de filtraciones así como también las oportunidades para aumentar la eficiencia del gasto.


Esta publicación no pretende ser un recetario de buenas prácticas o marcar un camino único sobre el que todos los países deben transitar. Cada país es diferente, y en cada caso el énfasis debe estar puesto en aquellos aspectos que son más relevantes. El objetivo de estas páginas es crear conciencia entre los funcionarios públicos, los empresarios y los trabajadores de que promover el ahorro, y en particular, el uso eficiente de los recursos que se generan a través del ahorro, es parte esencial de la solución a los problemas del bajo crecimiento, la escasa inversión y las crecientes necesidades de una población que envejece con rapidez.


Más y mejor ahorro es el camino hacia una región con mayor estabilidad y confianza, en la que la falta de capital ya no sea más una limitante del desarrollo económico y social. 


Documento completo en: http://goo.gl/x98OxI

Fuente: BID